
Es lava de erupción volcánica, es decir, vidrio volcánico. Al igual que
el cuarzo ahumado condensa una gran carga del elemento fuego, lo que refleja
muy bien su función, pues es una piedra que ante todo se relaciona con la
purificación del ego, quemándolo y dejando sólo un rastro de cenizas.
La Obsidiana sabe que el
ego es el mayor obstáculo para el desarrollo espiritual y lucha contra él
aniquilándolo. Es una piedra de auto-conocimiento. Su principal objetivo
es hacer que nos demos cuenta de la
realidad de la que siempre intentamos huir, ocultándolas en el subconsciente a
través del olvido. Los traumas no resueltos
bloquean el pleno desarrollo de nuestra conciencia espiritual. Esta
piedra encierra el poder de hacer que las cosas aparezcan, de revelar ideas, es
decir, provocar que aquello que se encuentra escondido o dormido en el
inconsciente salga a la luz. Por ello se la considera también la diosa de los
tesoros escondidos. En nuestra mente, muchas cualidades se encuentran en la
oscuridad, a la espera de poder manifestarse. Actúa igual que un espejo cuya
luz hiere los ojos del ego que no desean ver su propio reflejo.
La Obsidiana
libera los sentimientos, de modo que puedan ser transmutados en otras formas, a
través de expresiones creativas. El crecimiento espiritual y el material, son estimulados por
la Obsidiana negra.
Dado que se la relaciona con las fuerzas creativas y de regeneración, se la
relaciona con el Primer chakra, si bien son las gemas rojas las que pertenecen
a este centro de energía Base.